Con máximos honores despedimos a Voluntario Insigne Robert Mackay.

Primer Voluntario Insigne del Cuerpo de Bomberos de Coyhaique, más de 50 años entregados al servicio en su amada 1ra. Compañía, ni siquiera cuando las energías ya no lo acompañaban olvidó su pasión, vestir el uniforme significaba su máximo orgullo. Era de esperar entonces, que a la hora del adiós no faltara nadie, ni sus congéneres, ni los bomberos que ayudó a formar y que ahora ya son honorarios, ni las nuevas generaciones de bomberos que sin duda verán en él un gran ejemplo a seguir para su vida y para el servicio.

A las 20.30 horas de ayer martes 21 de enero, el féretro que contenía el cuerpo de nuestro Voluntario Insigne salía por última vez del cuartel de la Primera Compañía, desde la Sala de Máquinas que desde hace un par de años fue bautizada como Robert Mackay en su honor. Afuera todas las Compañías formadas para rendirle honores, además de una delegación del Cuerpo de Bomberos de Puerto Aysen, todo daba cuenta de que esta pérdida era sentida de forma transversal, nadie estaba ajeno al dolor de perder a tan ilustre persona y bombero.

La sirena despedía el cortejo con rumbo al cementerio, en procesión los bomberos acompañamos la última caminata junto a Don Robert, más atrás todos los carros de la institución. Ya en el cementerio hizo uso de la palabra la Superintendente del Cuerpo de Bomberos de Coyhaique Cecilia Haro Contreras, quien destacó la gran labor del Voluntario desde su ingreso a la Primera en 1961, con solo 23 años de edad. En todos estos años pasó por variados cargos, Capitán, Tesorero, Director, Comandante, Miembro Honorario del Directorio General. Imposible no mencionar el hecho de ser el único voluntario de Coyhaique que ha recibido la medalla al valor por su arriesgada acción para salvar a 2 bebés mientras las llamas consumían las dependencias del Hospital de Coyhaique en el recordado incendio del año 1968. Con el paso de los años y la salud deteriorada ya no tuvo la energía de participar como él quería, pero nunca dejó de visitar su cuartel cada vez que podía y compartir con sus compañeros primerinos.

Mientras su cuerpo era depositado en el mausoleo familiar, recibía el último saludo de la sirena, de la "paila", como a los bomberos nos gusta llamarla, luego seguirían los carros y un aplauso generalizado para despedir con honores y el máximo respeto a un hijo ilustre de esta ciudad.

Ahora, luego de una vida de lucha y entrega en pos de la misma vocación que hoy nosotros seguimos, nuestro Voluntario Insigne por fin descansa tranquilo.

Hasta siempre Don Robert, sus hermanos de la Primera y el resto de nosotros los bomberos de Coyhaique, no olvidaremos su legado y celebraremos su vida cada vez que acudamos al llamado de la sirena.


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